“¿Y si nos descubren?” Me preguntó mirándome fijo, buscando en mi boca una respuesta que había meditado tanto tiempo en su cabeza pero que sabía que no se apegaba a mi carácter ni a mi manera de ver la vida.
“Yo no me esconderé” Dije firmemente. Dejó caer el rostro entre sus manos y se las llevo hacia atrás. El silencio de la noche era lo que más me atemorizaba.
“A ver mi niña de corazón pequeño, te voy a decir algo que quiero que recuerdes siempre: si te descubren una mentira, muere con la mentira porque la verdad es inútil dicha en el último momento, es casi peor que la propia mentira y no valdrá de nada morir con la verdad. Nadie soporta las verdades, todos las tergiversan a su antojo para no enfrentarse a la realidad. Por ejemplo, yo en medio de mi cobardía cada noche te invento defectos para no admitir que me he enamorado de ti, y tú en tu temor a que te rechace me pides cada día que dejemos de vernos para borrar en tu soledad lo que sientes por mi”- Dijo sin mirarme a los ojos.
“¿Qué coño vas a saber tú lo que yo siento por ti? Si es que te me estás volviendo loco, en serio…”
“No, mi niña, yo no lo sé, lo siento en ti y en mi”